El Despido de Miguel Matamoros: Capitulo 1, La Audición

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El año había transcurrido excelentemente para Miguel Matamoros, hasta el verano. Fue entonces cuando las cosas parecieron derrumbarse para el músico.

El Santiaguero de 34 años, delgado y de piel clara, acababa de ser despedido de su trabajo como chofer. Sentado en las escalinatas frente a su casa, todavía sostenía en su mano el sobre sin abrir que su ahora ex jefe le había entregado con instrucciones de que no lo abriera hasta que llegara a su casa. El sobre permaneció cerrado no tanto porque Matamoros estaba siguiendo las instrucciones, sino porque su mente estaba ocupada tratando de descifrar cómo podría cubrir sus gastos si su ingreso en la música no aumentaba rápidamente.

La Audición del Trio Oriental

El año 1928 había comenzado lleno de esperanzas para Matamoros. La noticia se regó en Santiago de que la RCA Victor haría una gira promocional con sus estrellas cubanas, el Sexteto Habanero con su cantante Abelardo Barroso, uno de los mejores cantantes del «son«.

Miguel Matamoros con Rafael Cueto y Siro Rodriguez en el Trio Oriental.
Miguel Matamoros, con Rafael Cueto y Siro Rodriguez formaron el Trio Oriental en 1925.

Durante la gira programada para febrero, RCA Victor planeaba realizar audiciones para posibles nuevas estrellas de grabación. Al Sr. Terry, el director artístico de RCA Victor, le gustaba viajar a Cuba en esta época del año, cuando las temperaturas eran ligeramente cálidas en el invierno cubano, mientras se escapaba del crudo frío de Nueva York.

Miguel vio esto como su gran oportunidad. Habían pasado 3 años desde que se juntó con el guitarrista Rafael Cueto y el cantante Siro Rodríguez para formar el Trío Oriental.

«¡Muchachos, esta es nuestra gran oportunidad! Tenemos una fanaticada decente en Santiago. Pero creo que nunca podremos vivir solo de la música hasta que hagamos una grabación que pegue en la radio», le dijo Miguel a sus dos amigos.

La radio era una tecnología relativamente nueva que llevaba casi seis años en Cuba. La Habana obtuvo la segunda estación de radio en el mundo, justo después de que la primera salió al aire en Nueva York, y antes de San Juan, Puerto Rico que obtuvo la tercera. En los seis años desde entonces, las estaciones de radio se habían multiplicado en todo el mundo, y para entonces, ya había 3 estaciones de radio operando en Santiago. La tecnología había resultado ser una valiosa herramienta de mercadeo para los artistas.

La audición se llevó a cabo alrededor de la 1:00 pm en el salón de baile del hotel en Santiago donde se hospedaban el Sr. Terry y sus socios de La Habana. El Trio Oriental tocó tres de sus mejores canciones para Mr. Terry y sus sucios. Pero Miguel, quien además de ser un buen músico, cantante y compositor, también tenía una gran habilidad para leer a la gente, sintió que algo no andaba bien.

Matamoros sabía que la música que desarrolló con su Trio Oriental era un estilo diferente de «son». Ciertamente se diferenciaba lo suficiente a lo que el Sr. Terry estaba acostumbrado a escuchar con el Sexteto Habanero. La música de Matamoros, y especialmente sus composiciones, tomaban aspectos de la Trova cubana, que fue la música con la cual Miguel creció en Santiago. Sus composiciones, en cualquier género, eran catalogadas de buen gusto por el público santiaguero.

Además, él y Cueto tocaban las guitarras con un estilo diferente al de la mayoría de los grupos. Miguel tocaba haciendo improvisaciones agudas en la guitarra para adornar la melodía, particularmente al comienzo y en el intermedio de las canciones. Por su parte Cueto tocaba las cuerdas manteniendo el ritmo básico mientras a la vez usaba la caja de su guitarra como instrumento de percusión.

Armónicamente, la voz de Siro hacia buen contraste con la de Miguel. Además, el cantante de tez negra, esbelto, y de personalidad jocosa, dominaba las maracas y el güiro con soltura. El trío había pulido su estilo durante tres años para el deleite de los santiagueros.

«Muy bien. Gracias Sr. Matamoros. Le informaremos si decidimos que nos interesa grabar a su grupo», fue todo lo que dijo el Sr. Terry a través de uno de sus socios cubanos de Humara y Lastra. Miguel sabía que el Sr. Terry le estaba diciendo de una forma sutil que no estaba interesado.

«Gracias Sr. Terry», respondió Miguel mientras se acercaba a la mesa donde estaba sentado el hombre obeso, de tez blanca, que vestia de guayabera y pantalon blanco. Matamoros sentía la urgencia de buscar cómo salvar la situación, antes de que su sueño se derrumbara en aquel salon, el cual estaba casi vacío excepto por ellos y otro grupo que iba a audicionar después.

«Sr. Terry, esta noche tocamos en un club nocturno que queda como a un bloque calle abajo. Si nos ve tocar allí, saldrá con una mejor idea de cómo a la gente le gusta nuestra música, y por tanto, si estarán dispuestos a comprar nuestros discos. Además de tocar como un trío, alternaremos tocando como un septeto, en el cual usted no nos ha visto todavía. Subimos a tocar a las 9 pm. Creo que valdrá la pena el que se dé la vuelta por allí», dijo Miguel con voz suave, pero llena de confianza y respeto.

«Gracias por esa información, Sr. Matamoros. Consideraremos su invitación», respondió el Sr. Terry sin comprometerse, mientras se levantaba de su silla para estrechar la mano de Miguel.

Miguel, Rafael, y Siro salieron del hotel sin tener idea de si su esfuerzo por salvar su sueño había funcionado.

Nota: quédense atentos para el Capítulo 2 de este cuento corto de ficción histórica acerca Miguel Matamoros, una leyenda de la música cubana.

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